La música y la danza son dos
disciplinas distintas, impartidas por profesionales especializados,
que tienen objetivos y contenidos diferenciados. Sin embargo ambas
tienen numerosos aspectos en común, de los que pueden beneficiarse
mutuamente. Autores de reconocido prestigio en la pedagogía musical
como Dalcroze y Orff, no conciben la enseñanza musical si esta no va
acompañada de movimiento. Por su parte, la música proporciona al
bailarín o bailarina los elementos que necesita para apoyarse,
expresar y comunicar sentimientos. Ambas disciplinas poseen
elementos comunes que permiten su conexión. Estos elementos son:
1. El ritmo.
El ritmo se puede definir como
una organización temporal del sonido, que nos permite predecir como
van a ir apareciendo en lo sucesivo. Los pasos de danza tienen un
ritmo interno propio. Este debe interactuar con el ritmo de la
música para poder coordinarse y conseguir una base firme en el
movimiento. Para los/as bailarines/as el ritmo es una constante que
proporciona la principal fuerza de movimiento. El ritmo tiene dos
componentes que son el pulso y el acento. El pulso es una percusión
que se repite periódica y regularmente en una obra musical. En danza
constituye un latido que permanece siempre y que todo bailarín/a
debe seguir internamente, para evolucionar adecuadamente dentro de
su desarrollo coreográfico. El acento se define como la mayor
intensidad de una pulsación con respecto a otra y va a definir las
diferentes clases de ritmos. En Danza, el bailarín/a utiliza estos
acentos musicales en correlación con los acentos musculares, para
marcar el impulso de salida de un movimiento, para fijar la posición
en el espacio en un punto culminante de la coreografía o para marcar
el momento final del movimiento.
2. El compás.
Es un instrumento que permite
ordenar los distintos ritmos naturales, con la finalidad de hacer
más fácil su lectura y ejecución. Existen distintos tipos de
compases según el acento base se repita cada dos, tres o cuatro
pulsaciones. En danza, gran parte de la música que se utiliza para
bailar es contada y el compás musical nos indica cómo se debe contar
la pieza que se está coreografiando o interpretando. Así por ejemplo
un compás binario se contaría “ un y dos y tres y cuatro ….”. Un
compás ternario sería por ejemplo “ 123, 223, 323, 423…”. Las
palabras que se utilicen en una frase de movimiento pueden ser
diferentes ( 1ya, 2ya, 3ya, 4ya…), pero la medida no varia.
3. El tempo.
Señala aspectos relacionados con
la rapidez, es decir, hace referencia al grado de lentitud o
velocidad con que deben ser marcados los tiempos de un compás. Para
ello se utiliza un vocabulario especial que permite calificar sus
matices: adagio, allegro etc. En danza los movimientos tienen
también su propio tempo. El tempo de un movimiento podemos sentirlo
a través de la velocidad de su realización, la duración, el
intervalo entre dos acontecimientos, las pulsaciones, acentuaciones,
silencios y la intensidad de su ejecución. Así existen movimientos
grandes y ligados que tienen un tempo lento o largo, y otros
movimientos que son más precisos y rápidos que se realizan tipo
allegro. Sin embargo, cualquier variación o combinaciones de pasos,
se pueden ejecutar a diferentes velocidades (en función de las
necesidades coreográficas), el requisito indispensable es que vaya
acoplado y coordinado con el tempo que la música lleve.
4. Los matices.
Se define como los diferentes
contrastes que pueden aparecer en el transcurso de una composición y
que afectan a un fragmento de la misma, en un momento determinado.
Hay dos tipos de matices:
- Uno que afecta al grado de rapidez o lentitud con el que se ejecuta determinado fragmento o agógica.
- Otro que afecta al grado de intensidad con que se ejecutaría determinado fragmento o dinámica.
La acción de la dinámica en la
música viene dada por la variación de los matices de fuerza,
suavidad, gravedad o ligereza de los sonidos, bien por transición o
bien progresivamente.
En danza, los grados de
intensidad (altos y bajos) de la música, ayudan al bailarín/a a la
realización de una interpretación variada, no aburrida.
Se suelen asociar determinados
niveles de dinámica, con algunas variaciones o combinaciones de
movimiento. Por ejemplo los grandes saltos se asocian con una
dinámica fuerte.
Por otro lado se puede asociar
expresión de sentimientos a los diferentes tipos de dinámica, por
ejemplo una dinámica fuerte puede servir para expresar alegría.
La agógica permite apreciar la
duración con la que se ejecuta un fragmento musical (su lentitud o
rapidez).En la danza se suelen utilizar diferentes tipos de
agógica:
- Hay pasos que por sus características necesitan ralentizar o acelerar la música.
- Hay momentos en los que las variaciones de movimientos, están constituidas por dos partes bien diferenciadas que necesitan agógicas distintas.
- Por último en el desarrollo de una coreografía se pueden alternar diferentes tipos de agógicas, cambiando a más rápido o más lento en distintas ocasiones.
Podemos comprobar que existen
muchos elementos de conexión entre la música y la danza y no nos
cabe duda de que la danza, está íntimamente ligada a la música, sin
embargo, la música para danza tiene un objetivo diferente al de la
música para un concierto.
La música para concierto tiene
como finalidad ser escuchada. La música para la danza tiene como
finalidad realzar el movimiento. La interacción entre los diferentes
aspectos que tienen en común la música y la danza, motivan al
bailarín hacia la ejecución de los diferentes pasos y estimula al
espectador hacia el disfrute de lo que está percibiendo.