4.3 Sevilla
Sevilla, y en Sevilla el barrio de Triana, fueron el foco que
atrajo a cantaores y bailaores de muy distintas procedencias,
pero en especial profesionales de Cádiz y de Jerez, que se
asentaron en la ciudad y fundaron las primeras academias de
baile y los primeros cafés cantantes. De este modo, muchos de
los cantes tenidos por sevillanos son simples derivaciones de
los estilos gaditanos. Silverio Franconetti, que bien puede ser
considerado como el verdadero creador del género flamenco que
hoy conocemos, nació y se formó en Sevilla. De Triana procede su
cante más característico, la soleá.
4.4 Otras regiones
"Lamento minero" Los cantes minero-levantinos son un estilo
flamenco que se desarrolló principalmente en la localidad
murciana de La Unión. Otro de los focos importantes fue la
ciudad minera de Almadén, en Ciudad Real, de donde era oriundo
el cantaor Jacinto Antolín Gallego, más conocido como el Niño de
Almadén. En este ejemplo podemos escucharle cantando un
fragmento de “Lamento minero”."Lamento Minero" interpretado por
El Niño de Almaden, con Roman el Granaino, guitarra. Grandes
Figures du Flamenco Vol. 2: El Niño de Almaden (Cat.# Le Chant
du Monde LDX 274 830) (p) Le Chant du Monde. Reservados todos
los derechos.
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Los cantes del resto de las provincias andaluzas —Huelva,
Málaga, Granada, Córdoba, Almería y Jaén— tienen todos un tronco
común: el fandango. La música que en ellas se ha generado
arranca de los fandangos moriscos. Éstos poseen un ritmo
especial que, desprendiéndose poco a poco de su sometimiento al
baile, ha generado, limitándonos tan sólo a la provincia de
Huelva, más de 32 variantes distintas. En Málaga también ha
originado otros ritmos, como los verdiales, las jaberas, las
rondeñas, el cante de jabegotes y las malagueñas; en Córdoba ha
dado lugar a los fandangos de Cabra y de Lucena, y los del
zángano de Puente Genil; y en Granada a los fandangos de Peza y
de Güejar Sierra.
Las tierras del Levante español, primordialmente Murcia y
Cartagena, han sido tierras de cantes.
En Almería y Jaén, las raíces mineras de algunas de sus fórmulas
han originado las tarantas y tarantos mineros. Las tierras del
Levante español, primordialmente Murcia y Cartagena, han sido
tierras de cantes. La decadencia de las minas almerienses llevó
a muchos trabajadores a La Unión, y con ellos sus cantes
procedentes del fandango. Se abrieron bastantes cafés cantantes
y en ellos actuó Antonio Chacón, uno de los grandes patriarcas
flamencos, que dio forma a los estilos propios de la zona: la
cartagenera chica y grande y las mineras.
En el extremo contrario, en las tierras de Extremadura, los
gitanos pacenses aportaron nombres históricos al flamenco —por
sólo mencionar uno, Porrinas de Badajoz, el primero de una
extraordinaria estirpe flamenca— y un par de estilos propios:
los jaleos y los tangos.
4.5 Madrid y Barcelona
Carmen Amaya Una de las figuras míticas del flamenco es la
bailaora española Carmen Amaya. Su estilo enérgico y apasionado,
muy gitano, cautivó al público desde sus inicios en los
escenarios de las tabernas y de los teatros más humildes. Aunque
intervino en alguna película, como la célebre María de la O,
junto a Pastora Imperio, no se sentía muy cómoda en ese medio.
También practicó el cante, con una voz ronca y oscura.
De Madrid puede decirse que es la capital y el centro económico
del flamenco desde hace muchísimos años; en un periódico de la
capital apareció por primera vez escrita la palabra flamenco
como tal, allá por 1853. Los cafés cantantes, los tablaos y los
teatros madrileños han contado en sus programaciones con las
principales figuras del cante y el baile a lo largo de su
historia. Entre sus figuras señeras están Ramón Montoya, el
llamado ‘Papa de la guitarra’, así como Angelillo, el Güito,
Martín el Revuelo, Lebrijano o Curro Fernández. Dos estilos
pueden considerarse madrileños: las antiguas soleares apolás y
las jotillas madrileñas.
Barcelona, tierra de arribada de trabajadores andaluces y
extremeños, es depositaria de una tradición y una personalidad
propias. En la larga tradición flamenca de la Ciudad Condal
están escritos nombres insustituibles, como el de la bailaora
Carmen Amaya, y el desarrollo de un género propio, la rumba.
Aunque ya hemos mencionado a algunos, cabe establecer también
una cierta progenie, no fisiológica, pero sí real, en los
grandes cantaores. Empezando por Enrique el Mellizo y Silverio
Franconetti, maestros a su vez de las dos figuras cumbres del
arte flamenco: Antonio Chacón y Manuel Torre. El primero
engrandeció el cante y dignificó la figura del cantaor; el
segundo representa la bohemia visceral y anárquica del género.
La cantaora más grande de todos los tiempos es seguramente
Pastora Pavón, la Niña de los Peines, discípula de Torre y de
Chacón.
5. EL FLAMENCO EN EL SIGLO XX
Paco de Lucía El guitarrista español Paco de Lucía se ha
aproximado a otros ritmos, como el jazz o la salsa, en una
búsqueda incesante de nuevos elementos que sirvieran para
enriquecer el flamenco. Su extraordinario sentido del ritmo y de
la armonía le sitúan en un lugar prominente en la historia de
este instrumento.Corbis/Elke Stolzenberg
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En la década de 1920 empiezan a desaparecer los cafés cantantes
y comienzan las emisiones en radio y las primeras grandes
programaciones en teatros. Tras la Guerra Civil española, en la
década de 1940, brillan las figuras de Juanito Valderrama, Pepe
Marchena, Pepe Pinto, Manolo Caracol y Lola Flores. Llegada la
década de 1950, se inició una cierta ‘intelectualización’ del
flamenco —quizás porque la autarquía impuesta por la dictadura
del general Franco hacía del flamenco el género nacional por
excelencia— y también su difusión internacional. A mucho de este
intelectualismo de lo popular contribuyó la veneración que
despertaba un inmenso cantaor, Antonio Mairena, en cuyo entorno
surgió ‘el mairenismo’, compendio neoclásico de buenos modos y
nefastos abusos. El mairenismo, y su oposición a cambios y
desarrollos no establecidos en un canon ya olvidado por las
jóvenes generaciones, ha sido la causa de que algunas de las
grandes figuras heterodoxas de los últimos años hayan sufrido
mayores dificultades de las necesarias para imponer su propia
personalidad. Ejemplo de esto son los guitarristas Paco de
Lucía, Tomatito y Manolo Sanlúcar, el bailaor Mario Maya y los
cantaores Enrique Morente y Camarón de la Isla.
Camarón de la Isla El cantaor español Camarón de la Isla, una de
las más grandes figuras que ha dado la música flamenca.
De los festivales y concursos que se convocan en esos años salen
las que serán las figuras de la década de 1960: Juan Talega,
Bernarda y Fernanda de Utrera, Perla de Cádiz y José Meneses. En
las décadas de 1970, 1980 y 1990, serán los tablaos y los
festivales los centros de la actividad flamenca. Por los tablaos
de Madrid pasaron todas las figuras del cante y el baile: Manolo
Caracol, Antonio Mairena, la Paquera de Jerez, la Perla,
Fosforito, Fernanda y Bernarda de Utrera, José Menese,
Pansequito, Lebrijano, Enrique Morente, Carmen Linares, Chano
Lobato, Paco Toronjo, Terremoto, Naranjito de Triana, Rancapino
y Camarón.
Joaquín Cortés Dentro de las últimas generaciones de bailaores
de flamenco destacan Antonio Canales y Joaquín Cortés. Mientras
que el primero se ha mantenido en un línea más pura, con algunas
influencias de la danza contemporánea, el segundo ha optado por
un estilo más asequible que se ha hecho muy popular por sus
apariciones en el cine y en los medios de comunicación.Sygma/D.
Despotovic
En la actualidad existen grandes artistas del baile y del cante
flamenco que mantienen la tradicional riqueza y originalidad de
este estilo de danza española. Entre ellos se encuentran Antonio
Ruiz Soler, Antonio Gades o Cristina Hoyos. Véase también Danza
española.